domingo, 21 de octubre de 2012

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA EDAD CONTEMPORÁNEA


La Antropología en la Edad Contemporánea (siglos XVIII-XX):

Kant (1724-1804) contrapone los conceptos de naturaleza y persona. La persona posee conciencia moral, y es el único ser que la posee. Kant define a la persona como “la libertad e independencia frente al mecanicismo de la naturaleza entera”. La persona es el único ser del universo sometido a leyes propias, es decir, sometido a leyes puras, prácticas establecidas por su propia razón. “La persona es la libertad de un ser racional sometido a leyes morales”. Estas leyes morales de las que habla Kant se las da el ser racional a sí mismo, lo cual no quiere decir que sean arbitrarias. 

Las leyes morales se rigen por el imperativo categórico

  • Hagas lo que hagas, hazlo por respeto al deber.
  •  “Obra de tal manera que puedas querer que el motivo por el cual tú haces lo que haces pudieras quererlo para todos los hombres”. 
  •  “OBRA DE TAL MANERA QUE SIEMPRE RESPETES LA DIGNIDAD DEL HOMBRE, TANTO EN LA PERSONA DE LOS DEMÁS COMO EN TU PROPIA PERSONA”.
  •  “No debo nunca utilizar a los demás como medio, porque todo hombre es un fin en sí mismo”. “Dos cosas llenan de admiración mi espíritu: el ciclo estrellado sobre mi cabeza y la ley moral sobre mi corazón”.
Siglo XX. Aparece una corriente filosófica llamada personalismo. El principal representante es Maunier (1905-1950), que define a la persona como: 

“Un ser espiritual constituido como tal por una manera de subsistencia y de independencia en su ser; conserva esa subsistencia por la adhesión a una jerarquía de valores libremente aceptada; esos valores son asimilados y vividos por un compromiso responsable y una constante conversión. Unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla por añadidura a impulsos de actos creadores la singularidad de su vocación”. 

En ésta descripción de persona aparecen rasgos característicos de lo que nos hace ser persona y son los siguientes:

  • La persona es un ser singular, único. “Ésta identidad que tiene la persona consigo misma no es la identidad muerta de una roca, que ni nace, ni cambia, ni envejece; no es la identidad de un todo que se abraza en una fórmula; no se presenta ni como algo dado, tal como mi herencia o mis aptitudes, ni tampoco como pura adquisición. Ésta identidad es el desenvolvimiento progresivo de un principio espiritual de vida que llamamos vocación (llamada interior)”. 
  •  La vocación es lo que nos hace singulares y únicos. Ésta supone descubrir unos valores y adherirse libremente a ellos y comprometerse en su realización.
  •  La libertad no es algo que se tiene sino algo que se experimenta, algo que se vive. “En ninguna parte encuentra la persona la libertad dada y constituida. Nada en el mundo le asegura que ella es libre si no penetra audazmente en la experiencia de su libertad. Uno es libre en el momento de elegir unos valores.
  •  Ser persona es comprometerse con la realización de esos valores libremente elegidos. El compromiso debe llevar a la acción que modifique la realidad exterior, que nos forme, que nos acerque a los hombres o que enriquezca nuestro universo de valores. Comprometerse no es adherirse ciegamente a algo o a alguien, por temperamento o como por instinto, ni siquiera por entusiasmo. Todo compromiso comporta o exige una entrega consciente, fruto del conocimiento, reflexiva y constantemente revisada.

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA EDAD MODERNA


Se inicia con Descartes, que es el iniciador de una teoría llamada racionalismo. 

Se dice por criterio de certeza a ese punto de referencia que nos permite saber cuando un conocimiento es verdadero o no lo es. Todos los filósofos tienen un criterio de certeza en el que se apoyan para construir sus teorías filosóficas. 

Para Descartes el criterio de certeza es la evidencia racional: “Una idea es verdadera cuando es evidente a la razón”. Es evidente cuando se presenta tan clara y distintivamente a nuestra razón que no ofrece lugar a dudas. Descartes se apoya en las matemáticas. Si aplicamos éste criterio nos encontramos con la siguiente relación: Él cree que lo que distingue al hombre de los animales no es el cuerpo sino el alma. Él argumenta que el alma es una verdad existente a la razón y por lo tanto no se puede dudar de su existencia. Identifica el alma con nuestro yo (nuestra alma). Todos los hombres tienen conciencia de sí mismos y a esa conciencia la llama alma. Por lo tanto él distingue dos elementos en el hombre (teoría o concepción dualista). El yo lo interpreta Descartes como una conciencia no vacía sino llena de contenido (ideas), una conciencia continente, llena de ideas que tengan cualquier contenido de conciencia. Todo lo que ocurre en mí de lo que yo soy consciente es una idea, las ideas son sensaciones de las que yo soy consciente. Distingue entre el yo y las conciencias de mi yo. El yo es invariable, una realidad permanente que no cambia, lo que cambia son las sensaciones, las conciencias. El yo o el alma la define como “res cogitans” o sustancia pensante. Al cuerpo lo llama “res extensa” o sustancia extensa, que ocupa un lugar. El hombre es, por tanto, un compuesto de sustancia pensante y sustancia extensa, la existencia del alma no necesita demostración sino que se conoce por intuición de una manera directa.

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA EDAD MEDIA


En la Edad Media la antropología filosófica estuvo fuertemente influida por la teología, la Edad Media fue un periodo teocéntrico, en el que todo gira en torno al concepto de Dios. En la Edad Media existen dos categorías para interpretar la realidad: la categoría de creación y la de ser creado. Estos dos conceptos son completamente ajenos a la mentalidad griega, fueron la aportación original al cristianismo.

Al hombre se le interpreta por su relación con Dios, la diferencia fundamental con los griegos es que, en éstos, el hombre es un ser natural con un destino puramente terrenal, no se piensa en una felicidad transcendente. En la Edad Media, el hombre es un ser creado por Dios a su imagen y semejanza (posesión de inteligencia y capacidad de amar). En la Edad Media al hombre se le considera compuesto de cuerpo y alma, ésta es considerada algo de naturaleza espiritual, libre e inmortal. San Agustín se apoya en un argumento platónico y dice respecto a Platón: “Nadie como Platón se ha acercado tanto a nosotros”, sin embargo, el cristianismo se distingue de la filosofía platónica en el concepto de felicidad, para los griegos la felicidad se encuentra en éste mundo y para los cristianos se encuentra en un mundo más allá del nuestro y consiste en “La visión de dios cara a cara” (Santo Tomás de Aquino).

Aparece, por tanto, la idea de salvación eterna, ésta vida es un tránsito; un camino para conseguir la vida eterna por medio de la virtud que consiste en obedecer los mandamientos de la ley de Dios y conduce a la felicidad de la salvación eterna, la vida sólo tiene sentido como camino de salvación. Lo contrario sería la condenación eterna.

Actividad:

  1. Consulltar el pensamiento de San Agustin y Santo Tomás acerca del hombre. 
  2.  Explique las principales diferencias entre el pwensamiento Griego y el pensamiento Cristiano en cuanto al hombre.


lunes, 1 de octubre de 2012

DEFINICIÓN DE ANTROPOLOGÍA Y LA ANTROPOLOGÍA GRIEGA

DEFINICIÓN:


Es una parte de la filosofía que trata de responder a los siguientes problemas:



· ¿En que consiste el hombre?

· ¿Existe o no existe el alma?

· ¿Qué es el alma? ¿Es material o inmaterial?

· ¿El alma es inmortal o termina con la muerte?

· Relaciones entre el cuerpo y el alma.



La antropología o reflexión sobre el hombre surgió en el siglo V a.C que es identificado con el periodo antropológico de la filosofía.

ANTROPOLOGÍA GRIEGA


  • Pensamiento de Sócrates:

El hombre es un compuesto entre cuerpo y alma.

Sócrates dice que el alma es algo que existe dentro de nosotros, pero que no se capta por los sentidos. Él dice que poseemos alma por lo que somos capaces de hacer. El alma es sinónimo de alma racional, de inteligencia. Además, el alma tiene una vertiente práctica, relacionada con lo que nos permite decidir nuestra conducta. Ésta es la más importante para Sócrates, es decir, la función ética o práctica. Sócrates está muy preocupado por el problema de la felicidad humana, la felicidad no está determinada por ningún agente externo (por la voluntad de los dioses, o por la biología, herencia...), sino que depende de nuestras propias decisiones. Nuestras decisiones son el resultado de nuestros conceptos, del conocimiento que tengamos del bien y del mal, de lo justo y lo injusto... El bien y el mal son objetivos, no depende de lo que nosotros digamos. La voluntad está sometida a la inteligencia. A ésta manera de pensar se le llama intelectualismo socrático, es decir, identificar el conocimiento del bien con la buena conducta, y el vicio con la mala.

La felicidad no se compra con el dinero ni con el éxito. 

La felicidad consiste en la práctica de la virtud, llevar una vida virtuosa conforme a los valores morales. Una persona es ignorante en la medida en que no conoce los límites entre lo bueno y lo malo. La ignorancia es la que conduce a la desgracia del ser humano.

Una persona es ignorante porque no encuentra los límites del bien y del mal.

·         La ignorancia es la enfermedad del alma.

  • Pensamiento de Platón:
 
(Ateniense, discípulo de Sócrates) filósofo del siglo IV a.C pensaba que el hombre estaba compuesto de cuerpo y alma. Para él, el hombre es esencialmente alma. Al igual que Sócrates, Platón dice que el alma es inmortal. 

·         Él dice que el alma (racional) es principio de conocimiento racional, aquello que nos permite conocer la esencia de las cosas.

·         Además de alma racional, hay alma concupiscible (es decir, tendencia hacia el placer).

·         Alma irascible (es decir, tendencia hacia el poder, superar las dificultades) lo que se debe hacer y lo que apetece hacer entran en conflicto. El deber y el placer no son compatibles a veces. Sin embargo, el alma irascible puede ser aliada de la razón.

Platón dice que “la felicidad es un estado del alma”. Es feliz aquella persona que consigue la armonía interior, que se consigue cuando el alma racional controla a las otras dos, cuando somos capaces de hacer lo que comprendemos que tenemos que hacer, poseemos salud mental.

Platón señala cuatro virtudes para conseguir la armonía: prudencia, fortaleza, templanza y justicia.

·         La prudencia es la virtud que perfecciona al alma racional y que implica el conocimiento de la verdad y del bien. La enfermedad del alma racional, es decir, lo contrario de sabiduría o prudencia, es la ignorancia.

·         La virtud propia del alma concupiscible es la moderación o templanza. Tenemos que decir no al placer muchas veces para no crear problemas.

·         La virtud propia del alma irascible es la fortaleza, es decir, la capacidad de vencer las dificultades y no ceder a que nos venzan.

·         La justicia es una virtud que resulta de la posesión o unión de las otras dos. Una persona justa es una persona que tiene un ajustamiento o armonía interior. Para ser ajustado debemos ser sabios, fuertes y moderados.

Problema de la inmortalidad del alma en Platón:

·         En todo conocimiento existen dos elementos que son el sujeto (Ser que conoce) y el objeto (lo conocido). Hay dos tipos de sujetos, según como se observe el objeto: la razón y los sentidos. Como las verdades que conoce la razón (la esencia) es inmaterial, el alma y la inteligencia también es inmaterial. Al no ser material la razón no desaparece, no muere.

·         El objeto de la razón es la esencia de las cosas, el de los sentidos es el aspecto material (apariencias de las cosas).

Decir que el alma es inmaterial, es decir, que no está compuesta de partes y, por tanto, no muere ni desaparece, es decir, es inmortal porque morir significa descomponerse en partes. Éste argumento es el “Diálogo de Menón”.

·         El cuerpo del hombre muere como consecuencia de las enfermedades propias, las enfermedades del alma son: la ignorancia, la intemperancia, la cobardía y la injusticia. Si estas enfermedades no acaban con el alma, mucho menos lo van a afectar las enfermedades del cuerpo. Esto lo dijo en su obra “La República”.

Relación del alma con el cuerpo:

El ser humano está compuesto de dos sustancias distintas, que son el cuerpo (material, compuesto de partes) y el alma (inmaterial). El problema está en cómo puede haber una relación entre las dos siendo de naturaleza tan diferente. La relación entre cuerpo y alma es una relación accidental, antinatural y violenta o forzada

Es ACCIDENTAL porque el cuerpo y el alma son dos sustancias diferentes y, en cierto modo, incompatibles: el alma no necesita del cuerpo para vivir, si el cuerpo y el alma son de naturaleza distinta, distintas esencias. 

Es VIOLENTA porque el alma tiende a la esencia de las cosas y el cuerpo tiende a las apariencias. Entre las dos hay una tensión existente entre nosotros.
Para Platón, educar significa liberar al alma de la ignorancia, para que consiga llegar a la verdad de las cosas.

  • Pensamiento de Aristóteles (siglo IV a.C):
 
Fue discípulo de Platón y nació en la polis de Estagia, ingresó a los 17-18 años en la academia de Platón y estuvo durante 20 años. A pesar de la influencia de Platón en Aristóteles, éste último elaboró un pensamiento diferente y se separó del pensamiento de Platón en muchos aspectos (“Yo soy muy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”).

Aristóteles es sobre todo biólogo, lo cual se nota mucho en la manera de interpretar al hombre (la biología es una parte de la física). Para entender el pensamiento sobre el hombre hay que partir de la física, que estudia los seres naturales. Ser natural es el que tiene en sí mismo el principio del movimiento y del cambio. Éstos se oponen a los seres artificiales. Los seres naturales se dividen en seres inertes y en seres vivos, que los divide en vegetales y animales, que a su vez se componen de irracionales y racionales.

La característica principal de los seres naturales es el cambio, un cambio que se produce para algo, persiguiendo un fin, que es la perfección de su naturaleza, y esto a su vez constituye su bien. Esto se refiere principalmente a los seres vivos. Eso de la perfección de la naturaleza consiste en la realización de todas las posibilidades que tiene ese ser como tal clase de ser, por tanto, habrá tantas clases de bienes como clases de seres, porque cada ser tiene sus propias posibilidades, su naturaleza. Coincide, por tanto, el fin de ese ser con su bien.

La consecuencia de todo esto, en relación con el ser humano; es que el ser humano, como tal ser natural vivo (animal racional), tiene como fin la realización de todas sus posibilidades por su naturaleza. Como lo más propio del ser humano es la razón, será la perfección de su inteligencia lo que más le realice como hombre, la inteligencia se perfecciona con el conocimiento de la verdad, en lo que coincide con Platón.

Concepto de alma:

Aristóteles rechaza el dualismo platónico. Para él el hombre es una única sustancia o cosa, constituida de dos co-principios incompletos, que son el cuerpo y el alma, que no podrán existir separados sino que se completan el uno al otro.

El alma es, para Aristóteles, principio de vida, por lo tanto aquí se deduce que todos los seres vivos tendrán alma. El alma es el principio que diferencia a los seres vivos de los seres inertes. Distingue el alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma racional.

·         El alma vegetativa es el principio de la vida y ésta es la única que tienen los vegetales; las funciones vegetativas son:
Nutrición, crecimiento, reproducción y muerte.

·         El alma sensitiva es el principio por el cual los animales realizan las funciones vegetativas y, además, otras funciones específicas de los animales: conocimiento sensitivo, movimiento local, función de ataque y huida, defensa, etc.

·         El hombre es un ser natural, un animal racional (posee inteligencia abstracta). Tiene todas las funciones propias de los animales, pero también tiene algo extremadamente humano que es la razón. La inteligencia humana tiene dos funciones principales: entendimiento teórico y entendimiento práctico. El primero tiene como fin el conocimiento de la verdad de las cosas, es decir, la esencia. El segundo tiene por objeto conocer para actuar, es decir, la práctica, el conocimiento del bien, comportarnos correctamente. El entendimiento teórico y la voluntad son las dos funciones específicas del ser humano que no tiene el animal.

Íntimamente relacionada con la definición del hombre y de las funciones de la inteligencia se encuentra la teoría o concepto de felicidad. Todos los seres de la naturaleza tienden a un fin y ese fin es la perfección de la naturaleza de los seres, que consiste en el desarrollo de todas las posibilidades que tienen los seres de acuerdo con lo que son. Si esto lo aplicamos al hombre nos encontramos conque todo ser humano tiende a un fin y que la máxima aspiración del ser humano es llegar a conseguir la felicidad, que se consigue perfeccionando lo más propio del ser humano, que es la razón y sus dos principales funciones.

Teoría de la virtud: la virtud es un hábito bueno, que es lo que nos perfecciona como ser humano (es decir, lo bueno), lo malo es lo que nos deteriora como seres humanos.

Un hábito es una predisposición a actuar de una determinada manera, adquirida por repetición de actos. Los hábitos buenos y los vicios, o hábitos malos, se adquieren, es decir, no nacemos con ellos, ni virtuosos ni viciosos. No se nos dice buenos o malos por nuestras pasiones (que no podemos evitar, como son la ira, la cólera, la pereza, la amistad,...) sino por nuestros hábitos, los hábitos se adquieren y se pierden.

Aristóteles se separa bastante de Sócrates al decir el proceso de adquisición de un hábito. Sócrates decía que basta con saber lo que es bueno para actuar bien y basta con conocer lo malo para dejar de hacerlo. A esto se le llama “intelectualismo” (identificar el conocimiento del bien con la conducta buena), la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia.

Aristóteles dice que la conducta buena no depende sólo del conocimiento del bien o del mal. Hace falta otro elemento, que es querer hacer ese bien, voluntad para hacer bien las cosas, entendimiento práctico, además del entendimiento teórico.

Elementos del acto voluntario:

·         Saber lo que está bien y lo que está mal, conocimiento.
·         Deliberación conocer las razones que tengo a favor y en contra de una determinada opción.
·         En función de esa deliberación decido lo que hago, decisión.
·         Ejecución, hacer en la práctica esa decisión.
·         Persistencia en la acción tomada.

A través de éste proceso adquirimos hábitos buenos o malos, que son para el hombre como una segunda naturaleza. Son tan importantes que se conocen con nosotros mismos. Somos el conjunto de nuestros hábitos. Aristóteles dice que es imprescindible para llegar a la virtud, adquirir los hábitos buenos en los primeros años de nuestra vida, por lo que destaca la importancia de una buena educación. Un hombre educado es un hombre virtuoso. Y un hombre mal educado posee hábitos malos, nocivos y erróneos.

Clases de virtudes:

Para hablar de las clases de virtudes, Aristóteles parte de la definición de ser humano, que la define como animal racional. Existen las virtudes que perfeccionan la parte racional del hombre y las virtudes que perfeccionan la parte irracional:

Virtudes intelectuales parte racional
Virtudes morales parte irracional
Virtudes intelectuales: tres perfeccionan el entendimiento teórico y dos al conocimiento práctico.
Ciencia
Entendimiento teórico Intuición
Sabiduría
Prudencia
Entendimiento práctico
Fortaleza

·         La CIENCIA es el conocimiento de las cosas por sus causas, el conocimiento de la esencia de las cosas, el conocimiento que procede por demostración.

·         La INTUICIÓN es el conocimiento directo de los primeros principios de la demostración.

·         La SABIDURÍA es una síntesis de ciencia e intuición.

·         La PRUDENCIA es una virtud intelectual que perfecciona el entendimiento práctico y consiste en conocer el bien y saberlo aplicar a las situaciones concretas de la vida. (Saber hacer en cada momento lo que hay que hacer). Equivale al arte de “saber vivir”, la prudencia es la virtud más importante. “El hombre que posee la virtud de la prudencia posee todas las virtudes”. Intervienen el conocimiento y la experiencia de la vida.

·         La FORTALEZA consiste en la capacidad de permanecer en la virtud a pesar de las dificultades o de los obstáculos de la vida.

·         VIRTUDES MORALES: son aquellas que perfeccionan la parte irracional de nuestra naturaleza.
Aristóteles define la virtud como el término medio entre dos extremos viciosos. La virtud no se halla nunca en ningún extremo. El hombre virtuoso es un hombre moderado.

La valentía sería un término medio entre la tenacidad y la cobardía. La sinceridad sería un término medio entre la grosería y la hipocresía.

UNIÓN DEL CUERPO CON EL ALMA: para Aristóteles ésta unión es una unión sustancial, no accidental como pensaba Platón. Esto es así porque Aristóteles dice que el cuerpo y el alma forman un todo que es el hombre. 

Dados los principios que ha dado Aristóteles podemos intuir que Aristóteles pensaba que el alma humana no es inmortal, porque está tan íntimamente unida al cuerpo, que muere cuando muere el cuerpo.

FILOSOFO FÍA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA


Desde el siglo XV la filosofía occidental ha estado marcada por una interacción continua entre sistemas de pensamiento basados en una interpretación mecanicista y materialista del Universo, y aquellos otros que consideraban al pensamiento humano como la única realidad última. Esta interacción reflejó el creciente efecto del descubrimiento científico y el cambio político en la especulación filosófica.


Mecanicismo y materialismo

Los siglos XV y XVI marcaron un periodo de cambios radicales en el ámbito social, político e intelectual. La exploración del mundo, la Reforma protestante (con su énfasis en la fe individual), el auge de la sociedad urbana comercial y la aparición de nuevas ideas en todas las áreas de la cultura estimularon el desarrollo de una nueva idea filosófica del Universo. La visión medieval del cosmos como un orden jerárquico de seres creados y gobernados por Dios fue sustituida por la visión mecanicista del mundo como una gran máquina cuyas partes se mueven de acuerdo con estrictas leyes físicas, sin propósito ni voluntad. El objetivo de la vida humana ya no se concebía como preparación para la salvación en el otro mundo, sino más bien como la satisfacción de los deseos naturales del individuo. Las instituciones políticas y los principios éticos dejaron de ser considerados como reflejo del mandato divino para ser vistos, en cambio, como resortes prácticos creados por los seres humanos. En esta nueva visión filosófica, la experiencia y la razón fueron los únicos patrones efectivos para dilucidar la verdad. La figura del filósofo jesuita español Francisco Suárez tuvo una gran influencia en la transformación de la escolástica clásica y en una moderna concepción de la ley y de la autoridad real que, según Suárez, deriva su poder del consentimiento del pueblo y podía ser rechazada cuando no era ejercida con justicia.

El primer gran representante de la nueva filosofía fue el pensador inglés Francis Bacon, barón de Verulam, quien denunció la confianza en la autoridad y en el discurso verbal, y consideró la lógica aristotélica inútil para acuñar nuevas leyes físicas. En su obra Novum organum (1620), Bacon expuso un nuevo método científico basado en la generalización inductiva realizada desde la observación y la experimentación. Fue el primero en formular leyes para la inferencia inductiva.

El trabajo del físico y astrónomo italiano Galileo fue de mayor importancia en el desarrollo de una nueva visión del mundo. Galileo Galilei resaltó la importancia de aplicar las matemáticas a la formulación de leyes científicas. Para ello creó la ciencia de la mecánica, que aplicaba los principios de la geometría a los movimientos de los cuerpos. El éxito de la mecánica en la formulación de leyes fiables y útiles de la naturaleza llevó a pensar a Galileo y a otros científicos posteriores que toda la naturaleza está creada de acuerdo con leyes mecánicas.

Descartes

El matemático, físico y filósofo racionalista francés René Descartes profundizó en las críticas de Bacon y Galileo sobre los métodos y creencias existentes, pero al contrario que Bacon —que se inclinaba por la práctica de un método inductivo basado en hechos observados—, Descartes hizo de las matemáticas el modelo para toda ciencia, aplicando sus métodos deductivos y analíticos a todos los campos del saber. En 1637 publicó su primera gran obra, Ensayos filosóficos, a la cual servía de prólogo el que sería su más famoso e influyente escrito, Discurso del método. Decidió reconstruir todo el conocimiento humano sobre una base absolutamente certera al rechazar cualquier creencia, incluso su propia existencia, hasta que pudiera probarla como verdadera (escepticismo metodológico). Descartes fundó la prueba lógica de su propia existencia en el acto de dudar de ella y su famosa afirmación “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego existo”) le proporcionó el dato cierto o axioma a partir del cual pudo deducir la existencia de Dios y de las leyes básicas de la naturaleza. A pesar de su perspectiva mecanicista, Descartes aceptó la tradicional doctrina religiosa de la inmortalidad del alma y mantuvo que la mente y el cuerpo son dos sustancias diferentes; de esta forma dejó a la mente libre de las leyes mecánicas de la naturaleza y consagró la libertad de la voluntad. Su fundamental separación de mente y cuerpo, conocida como dualismo, planteó el problema de la explicación de cómo dos sustancias tan diferentes como cuerpo y mente pueden afectar la una a la otra, problema que fue imposible resolver y que ha sido desde entonces motivo prioritario de interés en la filosofía.


Hobbes


El filósofo inglés Thomas Hobbes elaboró un amplio sistema de metafísica materialista que aportó una solución al problema mente-cuerpo del dualismo al reducir la mente a los movimientos interiores del cuerpo. Al aplicar los principios de la mecánica a todas las áreas del conocimiento, definió los conceptos básicos de cada área (como vida, sensación, razón, valor y justicia) en términos de materia y movimiento, reduciendo así todos los fenómenos a relaciones físicas y todas las ciencias a un proceso mecánico. Hobbes expuso su teoría ética y su teoría política en Leviatán (1651); la primera se basaba en la afirmación de que las reglas conductuales humanas se rigen por el instinto de conservación, por lo que justificó las acciones egoístas como una tendencia natural del ser humano. En consecuencia, su teoría política sostenía que el gobierno y la justicia social son creaciones artificiales basadas en un contrato social y mantenidas por la fuerza. Apoyó a la monarquía absoluta como el medio más efectivo de preservar la paz.

Spinoza



El filósofo holandés Baruch Spinoza elaboró un sistema filosófico monista claro y riguroso que aportaba nuevas soluciones al problema mente-cuerpo, al conflicto entre ciencia y religión, y a la eliminación mecanicista de los valores éticos del mundo natural. Como Descartes, afirmó que toda la estructura de la naturaleza puede deducirse de unas cuantas definiciones básicas y axiomáticas, conforme al modelo de la geometría de Euclides. Advirtió que la teoría cartesiana de las dos sustancias creaba un problema insoluble sobre cómo interactúan la mente y el cuerpo; llegó a la conclusión que el único sujeto último de conocimiento ha de ser la sustancia en sí. Al intentar demostrar que Dios, la sustancia y la naturaleza son idénticos, llegó a la conclusión panteísta de que todas las cosas son aspectos (o modos) de Dios.
Su respuesta al problema mente-cuerpo (conocida como la teoría del paralelismo psicológico) explicaba la aparente interacción de mente y cuerpo al considerarlos como dos atributos de la misma sustancia, paralelas entre sí, que parecen afectar la una a la otra pero que en realidad no lo hacen. La ética de Spinoza (patente en una de sus principales obras, Ética), al igual que la de Hobbes, se basaba en una psicología materialista según la cual los individuos sólo están motivados por el interés propio; pero al contrario que Hobbes, Spinoza llegó a la conclusión que el interés propio racional coincide con el interés de los demás y que la vida más satisfactoria es la que se dedica al estudio científico y que culmina en el amor intelectual y racional hacia Dios (amor Dei intelectuallis).

Locke

John Locke, una de las figuras más influyentes del pensamiento británico, enriqueció la tradición empirista iniciada por Bacon. Dotó al empirismo de un marco sistemático gracias a la publicación de su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690). Locke atacó la creencia racionalista predominante de que el conocimiento era independiente de la experiencia. Aunque aceptó la división cartesiana entre mente y cuerpo y la descripción mecanicista de la naturaleza, reorientó la filosofía desde el conocimiento del mundo físico hacia el estudio de la mente. Con esto hizo de la epistemología el principal objeto de interés de la filosofía moderna. Locke intentó reducir todas las ideas a simples elementos de la experiencia, pero al distinguir entre sensación y reflexión como fuentes de la experiencia, determinó que la sensación provee el material para el conocimiento del mundo externo y la reflexión aporta el material para el conocimiento de la mente.
Aunque no fue un escéptico, Locke gozó de gran influencia en el escepticismo del pensamiento británico posterior al reconocer la vaguedad de los conceptos de la metafísica y señalar que las deducciones sobre el mundo al margen de la mente no pueden ser probadas con certeza. Sus escritos éticos y políticos (principalmente Tratados sobre el gobierno civil) tuvieron también mucha influencia en el pensamiento subsiguiente; los fundadores de la moderna escuela del utilitarismo, que en síntesis hicieron de la felicidad para el mayor número de personas la medida del bien y del mal, se inspiraron en sus escritos. Su defensa del gobierno constitucional, de la tolerancia religiosa y de los derechos naturales de los individuos marcó el desarrollo del pensamiento liberal en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Idealismo y escepticismo

El filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz concibió un sutil y original sistema de filosofía. Combinó los descubrimientos matemáticos y físicos de su tiempo con las concepciones orgánicas y religiosas de la naturaleza heredadas del pensamiento clásico y medieval. Leibniz consideraba el mundo como un número infinito de unidades de fuerza infinitamente pequeñas, llamadas mónadas, cada una de las cuales es un mundo cerrado pero que refleja a su vez a todas las demás en su propio sistema de percepciones. Todas las mónadas son entidades espirituales, pero aquellas con las percepciones más confusas forman los objetos inanimados y aquellas con las percepciones más claras (incluido el autoconocimiento y la razón) constituyen las almas y las mentes de la humanidad. Dios es concebido como la Mónada de las mónadas, la que crea todas las demás y predestina su desarrollo de acuerdo con una armonía preestablecida que acaba en la apariencia de interacción entre las mismas. La idea de Leibniz de que todas las cosas son orgánicas y espirituales marca el inicio de la tradición filosófica del idealismo.

Berkeley

El filósofo y obispo anglicano George Berkeley convirtió el idealismo en una poderosa escuela de pensamiento al unirlo con el escepticismo y el empirismo, y por ello ha sido muy influyente en la filosofía británica. Al radicalizar las dudas ya expuestas por Locke sobre el conocimiento del mundo fuera de la mente, Berkeley declaró que no existe ninguna evidencia de la realidad material de ese mundo, porque lo único que uno puede observar son las sensaciones propias y éstas se encuentran en la mente. Afirmaba que existir significa ser percibido (“esse est percipi”) y que para existir, cuando uno no las observa, las cosas han de ser percibidas por Dios. Sus principales escritos, Tratado sobre los principios del conocimiento humano (1710) y Tres diálogos entre Hilas y Filonus (1713), fueron desestimados por sus contemporáneos. Sin embargo, al afirmar que los fenómenos sensoriales son los únicos objetos del conocimiento, Berkeley estableció la visión epistemológica del fenomenalismo (teoría de la percepción que indica que la materia puede ser analizada en términos de sensaciones) y orientó el camino que adoptaría el movimiento positivista en el pensamiento moderno.

Hume

El filósofo e historiador escocés David Hume aplicó la crítica de Berkeley sobre la sustancia material a la propia creencia de este filósofo en la sustancia espiritual, afirmando que no existe ninguna evidencia observable de la existencia de una sustancia suprema, espíritu o Dios. Pese a que su obra filosófica más importante fue Tratado sobre la naturaleza humana (3 vols., 1739-1740) su pensamiento es más conocido por una versión más breve y accesible de aquélla, Investigación sobre el entendimiento humano (1751). Según Hume, todas las afirmaciones metafísicas sobre cosas que no se pueden percibir de una forma directa carecen asimismo de sentido y tendrían que “ser entregadas a las llamas”. En sus análisis de la causalidad y de la inducción, Hume mantuvo que no existe ninguna justificación lógica existe para creer que dos hechos están conectados por azar o para establecer ninguna inferencia desde el pasado hacia el futuro, dando lugar así a problemas que todavía no han sido resueltos. La obra de Hume ha tenido un profundo efecto en la ciencia moderna al estimular el uso de los procedimientos estadísticos en lugar de los sistemas deductivos y alentar la redefinición de los conceptos básicos.

Kant y la Ilustración

En respuesta al escepticismo de Hume, que según sus palabras “lo despertó de su sueño dogmático”, el filósofo alemán Immanuel Kant construyó un amplio sistema de filosofía que se sitúa entre los mayores logros intelectuales de la cultura occidental. Kant combinó el principio empirista de que todo conocimiento tiene su fuente en la experiencia con la creencia racionalista en el conocimiento conseguido por la deducción. Sugirió que, aunque el contenido de la experiencia ha de ser descubierto a través de la propia experiencia, la mente impone forma y orden en todas sus experiencias y esta forma y orden pueden ser descubiertos a priori, es decir, mediante la reflexión. Su afirmación de que causalidad, sustancia, espacio y tiempo, formas de la intuición pura, son modelos impuestos por la mente en función de su experiencia dio soporte al idealismo heredado de Leibniz y Berkeley, pero su filosofía también constituyó una crítica al idealismo al estar de acuerdo con la afirmación empirista de que las cosas en sí mismas —es decir, las cosas tal y como existen fuera de la experiencia humana— constituyen la “cosa en sí” (noumeno incognoscible). Por lo tanto Kant limitó el conocimiento al “mundo de los fenómenos” de la experiencia, manteniendo que las creencias sobre el alma, el cosmos y Dios (el “mundo de los nombres” que transcienden la experiencia humana) son asuntos de fe antes que resultar propios del conocimiento científico. En sus escritos sobre ética, mantuvo que los principios morales son imperativos categóricos, que para él significaban mandatos absolutos de la razón que no admiten excepciones y nada tienen que ver con el placer o el beneficio práctico. En sus ideas religiosas, que tuvieron un efecto profundo en la teología protestante, hizo hincapié en la conciencia individual y describió a Dios sobre todo como un ideal ético. En el pensamiento político y social, Kant fue una figura de primer orden del movimiento en favor de la razón y la libertad contra la tradición y la autoridad. Sus principales obras corresponden a la denominada fase crítica de su pensamiento, especialmente Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790).
En Francia la actividad intelectual culminó en el periodo conocido con el nombre de Ilustración que impulsó los cambios sociales que produjeron la Revolución Francesa. Entre los mayores pensadores de esa época se encuentran Voltaire, quien (al ampliar la tradición de deísmo iniciada por Locke y otros pensadores liberales) redujo las creencias religiosas a aquello que puede ser justificado mediante la inferencia racional a partir del estudio de la naturaleza; Jean-Jacques Rousseau, que criticó la civilización como una corrupción de la naturaleza humana en un hombre bueno en su origen y que desarrolló la doctrina de Hobbes de que el Estado se basa en un contrato social con sus ciudadanos y representa la voluntad popular; y Denis Diderot, quien con Jean le Rond d’Alembert elaboró la famosa Enciclopedia, a la que contribuyeron numerosos científicos y filósofos.

Idealismo absoluto

En Alemania, a través de la influencia de Kant, el idealismo y el voluntarismo (es decir, la importancia dada a la voluntad) se convirtieron en las tendencias dominantes. Johann Gottlieb Fichte transformó el idealismo crítico de Kant en un idealismo absoluto al eliminar las “cosas en sí mismas” kantianas y hacer de la voluntad la realidad última. Fichte mantuvo que el mundo es creado por un activo Yo, del que la voluntad humana es una manifestación parcial y que tiende hacia Dios como un ideal irrealizable. Sus ideas fueron consideradas como ateas y se vio obligado a abandonar su cátedra de Filosofía en la Universidad de Jena en 1799. Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling fue aún más lejos al reducir todas las cosas a la actividad de autorrealización de un absoluto, al que identificó con el impulso creativo en la naturaleza. El énfasis que puso el romanticismo en los sentimientos y en la divinidad de la naturaleza encontró expresión filosófica en el pensamiento de Schelling, quien ejerció una destacada influencia en el movimiento transcendentalista estadounidense que encabezaba el poeta y ensayista Ralph Waldo Emerson.

Hegel

El espíritu filosófico más poderoso del siglo XIX fue el del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, cuyo sistema de idealismo absoluto —aunque con muchas influencias de Kant y Schelling— se basó en una nueva concepción de la lógica en la que conflicto y contradicción son considerados como elementos necesarios de la verdad, y ésta es contemplada como un proceso antes que como un estado fijo e inmutable de las cosas. La fuente de toda realidad, para Hegel, es un espíritu absoluto (o razón cósmica) que evoluciona desde una existencia abstracta e indiferenciada hacia una realidad más concreta a través de un proceso dialéctico que consiste en etapas triádicas; cada tríada se compone en primer lugar de un punto inicial (o tesis), en segundo lugar, de su opuesto (o antítesis), y en tercer lugar, de un punto superior o síntesis, donde se funden los dos opuestos. De acuerdo con esta idea, la historia se halla regida por leyes lógicas, de tal forma que “todo lo que es real es racional, y todo lo que es racional es real”. Las ideas históricas posteriores son cumplimientos más completos del espíritu absoluto cuyo punto más alto de autorrealización se encuentra en el Estado nacional de la monarquía de Federico Guillermo IV y en la filosofía. Hegel impulsó un mayor interés por la historia al representarla como una penetración en la realidad más profunda que las ciencias naturales. Su concepción del Estado nacional como la encarnación más alta del espíritu absoluto se interpretó durante un tiempo como la fuente principal de las modernas ideologías autoritarias, aunque él mismo se declaró partidario de la existencia de un amplio grado de libertad individual reconocido por el poder político. Hegel expuso lo fundamental de su sistema filosófico en Fenomenología del espíritu (1807).

Otros filósofos influyentes

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer rechazó la optimista fe de Hegel en la razón y el progreso. En 1819 publicó El mundo como voluntad y representación, obra en la que presenta su filosofía ateísta y pesimista. Schopenhauer mantenía que tanto la naturaleza como la humanidad son productos de una voluntad irracional, de la que la gente puede escapar tan sólo a través del arte y la renuncia filosófica al deseo de felicidad. El filósofo y sociólogo francés Auguste Comte, autor de Curso de filosofía positiva (6 vols., 1830-1842), formuló la filosofía del positivismo, que rechaza la especulación metafísica y sitúa todo el conocimiento verdadero en las llamadas ciencias positivas o factuales. Comte situó la ciencia de la sociología (que él mismo fundó) en el nivel más alto de la clasificación de las ciencias. El influjo del positivismo fue muy importante en el pensamiento europeo, pero especialmente en la formación del pensamiento nacional de muchos países latinoamericanos. El economista británico John Stuart Mill desarrolló y puntualizó las tradiciones empiristas y utilitaristas, con la publicación de Utilitarismo en 1836 y la aplicación de sus principios a todos los campos del pensamiento. Mill y otros utilitaristas ejercieron una gran influencia en las reformas liberales sociales y económicas que tuvieron lugar en el Reino Unido. El filósofo danés Søren Kierkegaard (autor, entre otras obras, de El concepto de la angustia) criticó el énfasis hegeliano en la razón; su defensa elocuente del sentimiento y la aproximación subjetiva a los problemas de la vida fueron una de las fuentes más importantes del existencialismo del siglo XX.

Filosofía evolucionista

La idea mecanicista del mundo propia del siglo XVII y la fe en la razón y el sentido común del siglo XVIII, aunque todavía influyentes, fueron modificados en el siglo XIX por una serie de ideas más complejas y dinámicas, basadas más en la biología y en la historia que en las matemáticas y la física. Entre otras, muy importante fue la teoría de la evolución a través de los principios de la selección natural, formulada en 1858 por Charles Darwin, cuyo trabajo inspiró concepciones de la naturaleza y de la humanidad que ponían el énfasis en el conflicto y en el cambio como factores que estimulaban la evolución, y se definían contra la unidad y la permanencia sustancial. Por su parte, los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels, que se conocieron en París en 1844, elaboraron la filosofía del materialismo dialéctico, basado en la lógica dialéctica de Hegel, pero hicieron de la materia (en vez de la mente) la realidad última. De Hegel adoptaron la idea según la cual la historia avanza de acuerdo con leyes dialécticas y que las instituciones sociales son más reales en el plano material que una naturaleza física o la mente individual. Su aplicación de estos principios a los problemas sociales fue llamada materialismo histórico, teoría según la cual todas las formas de cultura están determinadas por las relaciones económicas y en la que la evolución social acontece a través de la lucha de clases y revoluciones periódicas. Esta teoría se convirtió en la base ideológica del comunismo. El filósofo británico Herbert Spencer elaboró una filosofía evolucionista basada en el principio de la selección natural, que explica todos los elementos de la naturaleza y de la sociedad como adaptaciones en la lucha cósmica por la supervivencia. Al igual que Comte, sustentó la filosofía en la sociología y en la historia por considerarlas las ciencias más avanzadas.

Nietzsche

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche recobró la concepción de Schopenhauer de la existencia como la expresión de una voluntad cósmica, pero hizo de la llamada “voluntad de poder” la fuente de todo valor, como se subraya en uno de sus más discutidos tratados, La voluntad de poder, publicado en 1901, un año después de su muerte, un estudio incompleto en el que reivindica el retorno desde la ética a las primigenias y naturales virtudes de valor y fuerza. Siguiendo la revuelta romántica contra la razón y la organización social, resaltó los valores de la firmeza individual, el instinto biológico y la pasión en un superhombre utópico. Otras importantes obras suyas fueron La gaya ciencia (1882), Así habló Zaratustra (1883-1891) y La genealogía de la moral (1887).

Pragmatismo

Hacia finales del siglo XIX, el pragmatismo se convirtió en una de las más importantes escuelas de pensamiento, en particular en Estados Unidos. Continuó la tradición empírica de arraigar el conocimiento en la experiencia y acentuar los procedimientos deductivos de la ciencia experimental. Charles Sanders Peirce, que dio nombre a esta corriente, formuló una teoría práctica del conocimiento que definía el entendimiento de un concepto como el conjunto de las predicciones que pueden ser hechas por el uso de ese mismo concepto y verificadas por la experiencia futura. William James, cuyo destacado trabajo en el campo de la psicología facilitó un marco para delimitar sus ideas filosóficas, desarrolló una teoría pragmática de la verdad. Definió ésta como la capacidad de una idea para guiar al individuo hacia una acción de éxito, y propuso que todas las ideas fueran evaluadas en la medida de su utilidad para resolver los problemas. James justificó la religión sobre este razonamiento pragmático, pero al insistir en la infinitud de Dios, lo identificó con la inconsciente energía de la naturaleza.

El idealismo fue una poderosa escuela de pensamiento en el Reino Unido gracias a la obra de Francis Bradley, que mantuvo, al igual que Hegel, que todas las cosas han de ser entendidas como aspectos de una totalidad absoluta. Bradley negó que las relaciones existan, porque no existen dos cosas idénticas y sólo se puede dar por sentado un único sujeto real de pensamiento, lo Absoluto. Mantenía que cada vez que se dice que una cosa tiene cierta característica, entonces esa cosa (como el propio sujeto) tiene que ser en sí misma el mundo total y la realidad. Cualquier otra afirmación sería contradictoria, porque todo —excepto la realidad misma— tiene predicados contradictorios: una estufa, por ejemplo, está a veces caliente y otras veces fría. El filósofo británico John MacTaggart también recurrió al idealismo hegeliano, manteniendo que el espacio y el tiempo son irreales porque su concepción es contradictoria. Afirmaba que la única realidad es la mente. Otro filósofo británico, Bernard Bosanquet, que al igual que MacTaggart reavivó el idealismo, resaltó el carácter estético y dramático del proceso universal.

Idealismo pragmático

Josiah Royce, incluido en el movimiento idealista estadounidense, unió el idealismo a ciertas corrientes de pragmatismo. Royce interpretó la vida humana como el esfuerzo del yo finito por expandirse en el yo absoluto a través de la ciencia, la religión y la lealtad a comunidades más amplias. Sus numerosos trabajos fueron publicados a finales del siglo XIX y principios del XX.

El filósofo, educador y psicólogo estadounidense John Dewey desarrolló más tarde los principios pragmáticos de Peirce y James en un amplio sistema de pensamiento al que llamó naturalismo experimental o instrumentalismo. Dewey puso el énfasis en las bases biológicas y sociales del conocimiento y el carácter instrumental de las ideas como planes de acción. Insistió en un acercamiento experimental a la ética (es decir, en relacionar los valores con las necesidades individuales y sociales). La teoría pedagógica de Dewey, que insistió en la preparación del individuo para desarrollar una actividad creativa en una sociedad democrática, adquirió una profunda influencia en los métodos educacionales de Estados Unidos hasta mucho tiempo después de su muerte.

En Francia la idea más influyente de principios del siglo XX fue el vitalismo evolucionista de Henri Bergson, autor, entre otras obras, de Materia y memoria (1896). Bergson planteó el élan vital, la energía espontánea del proceso evolutivo, y defendió los sentimientos y la intuición frente a la aproximación abstracta y analítica a la naturaleza de la ciencia y la filosofía de la ciencia y el espíritu. En Alemania, Edmund Husserl fundó la escuela de la fenomenología, elaborando una filosofía que recogió y analizó las estructuras de la conciencia que permiten a ésta situar a los objetos fuera de sí misma.

Whitehead


El matemático y filósofo británico Alfred North Whitehead reavivó el interés por la metafísica especulativa al desarrollar un gran sistema técnico de conceptos que combinaba la teoría platónica de las ideas con el organicismo de Leibniz y Bergson. Whitehead (que también fue un físico notable) aplicó los avances revolucionarios de la ciencia del siglo XX para mostrar el fracaso de la ciencia mecanicista como un medio para interpretar la realidad de una forma global y absoluta. Según Whitehead, las cosas no son sustancias inmutables con límites espaciales definidos, sino procesos vivos de experiencia que personifican objetos eternos o universales, fusionados por Dios. En colaboración con Bertrand Russell escribió Principia Mathematica (3 vols. 1910-1913), monumental obra que pretendió definir la interrelación entre la lógica y las matemáticas.

Santayana y otros autores

El poeta y filósofo estadounidense de origen español Jorge Ruiz de Santayana compaginó el pragmatismo, el platonismo y el materialismo en una gran filosofía que subrayó los valores intelectuales y estéticos. Expuso sus ideas más relevantes y sistematizó su filosofía ética en uno de sus primeros trabajos, La vida de la razón (5 vols., 1905-1906). Benedetto Croce hizo del idealismo la tradición dominante en la filosofía italiana, recuperando la concepción hegeliana de la realidad como un proceso de desarrollo histórico a través del conflicto de opuestos, pero incidió en los sentimientos y la intuición (en lugar de la razón abstracta) como la fuente de la verdad última. Bertrand Russell prosiguió fiel a las tradiciones empíricas y utilitaristas en el pensamiento británico. La aplicación por Russell de los avances en lógica, matemáticas y física a los problemas de la filosofía alcanzaron gran eco en la escuela del empirismo lógico. El filósofo británico George Edward Moore (la figura más importante de la llamada revuelta realista contra el idealismo) abogó por la realidad de los objetos apoyándola en la creencia del sentido común. El estilo sencillo de Moore y su preciso uso del lenguaje cotidiano incidieron en el desarrollo de la escuela de filosofía analítica.

Filosofía analítica


La escuela del empirismo o positivismo lógico, fundada en torno al denominado Círculo de Viena, se convirtió en un movimiento importante del pensamiento estadounidense. El empirismo lógico (que combina el positivismo de Hume y Comte con el rigor y la precisión lógicas de Descartes y Kant) rechaza la metafísica como un juego terminológico sin sentido, insiste en la definición de todos los conceptos en términos de hechos observables, y asigna a la filosofía la tarea de clarificar los conceptos y la sintaxis lógica de la ciencia.
Una vía de filosofía analítica, también llamada análisis lingüístico, que se inspiró en el trabajo de Moore, y fue desarrollada en concreto por Ludwig Wittgenstein en su Tractatus logicus-philosophicus (1921), se ha convertido en la corriente dominante de la filosofía británica actual. Esta escuela de pensamiento también rechaza la metafísica especulativa y centra la filosofía en la tarea de ordenar el rompecabezas intelectual causado por la ambigüedad del lenguaje merced al análisis de las palabras propias del discurso ordinario. Identifica el significado de una palabra con el sentido con que de forma corriente esa palabra es utilizada.

Filosofía existencial


La filosofía existencial, que surgió como heredera de la revuelta romántica del siglo XIX contra la razón y la ciencia en favor de la implicación apasionada en la vida, fue muy importante en el pensamiento a través del trabajo de Martin Heidegger (autor de El ser y el tiempo, 1927) y en menor escala de Karl Jaspers. Heidegger combinó el planteamiento fenomenológico de Husserl con el énfasis que Kierkegaard ponía en la intensa experiencia emocional y la concepción de Hegel de la negación como una fuerza real. La filosofía de Heidegger sustituye la nada por Dios como la fuente de los valores humanos; Jaspers encontró a Dios (al que llamó Transcendencia) en la intensa experiencia emocional de los seres humanos. El español Miguel de Unamuno desarrolló un original pensamiento que destacaba el valor de la existencia individual, el sentimiento trágico de la inmortalidad humana y el valor de la literatura como fuente de expresión filosófica. José Ortega y Gasset, principal representante de la filosofía en España, defendió la intuición frente a la lógica y criticó la cultura de masas (La rebelión de las masas, 1930) y la sociedad mecanizada de los tiempos modernos. El erudito y autor sionista de origen austriaco Martin Buber, compaginando el misticismo judío con las tendencias del pensamiento existencial, interpretó la experiencia humana como un diálogo entre el individuo y Dios.

Varias síntesis de la teología tradicional con la idea existencial de que el conocimiento es más emocional que científico han sido realizadas en Suiza por Karl Barth y en Estados Unidos por Reinhold Niebuhr y Paul Tillich. En Francia, Jean-Paul Sartre fue uno de los que más contribuyó a la popularización del existencialismo. Sus escritos filosóficos (especialmente El ser y la nada, 1943, y Crítica de la razón dialéctica, 1960), novelas y obras de teatro fusionaron las ideas de Descartes, Marx, Kierkegaard, Husserl y Heidegger en una concepción de los seres humanos que se proyectan a sí mismos fuera de la nada mediante la afirmación de sus propios valores y, por tanto, asumiendo la responsabilidad ética de sus actos.

Durante la década de 1960 los escritos de Martin Luther King señalaron que la filosofía había estado demasiado alejada de los importantes acontecimientos sociales y políticos que estaban produciéndose en todo el mundo. Siguiendo los principios del líder nacionalista indio Mohandas Karamchand Gandhi, King abogó por una actitud de resistencia cívica y no violenta ante la injusticia.


Últimos sistemas filosóficos del siglo XX
  
Tras la década de 1960, el desarrollo de la llamada “filosofía técnica” ha sido muy importante. La actividad filosófica se encuentra, fundamentalmente, confinada en los departamentos de filosofía de las universidades y en las revistas especializadas, y ha alcanzado un notable nivel de complejidad que exige una preparación adecuada. Durante las últimas décadas del siglo XX se ha seguido manteniendo la fuerza de la filosofía analítica, que ha dominado la producción filosófica anglosajona. En la llamada “tradición continental”, la influencia analítica ha aumentado su presencia. Sin embargo, distintas escuelas filosóficas que plantean problemas nuevos han desarrollado sus teorías. Entre ellas, merecen ser citadas las tres siguientes orientaciones. En primer lugar, el desarrollo de la filosofía hermenéutica, representada fundamentalmente en la obra de Hans-Georg Gadamer. En segundo lugar, las aportaciones de una crítica de la sociedad, representadas por los herederos de la Escuela de Frankfurt y, en especial, por Jürgen Habermas. En tercer lugar, las filosofías postestructuralistas, que recogen la herencia del estructuralismo y realizan una crítica a la llamada sociedad posmoderna, y que cuentan entre sus representantes más relevantes, a los filósofos franceses Michel Foucault, Gilles Deleuze y Jacques Derrida, entre otros.