Escuela de Frankfurt
La Escuela de Frankfurt, es un movimiento
filosófico y sociológico fundado en 1923 y asociado al Instituto de
Investigación Social de la Universidad de Frankfurt.
Su portavoz fue en un principio Max Horkheimer,
quien sería nombrado director del Instituto en 1930 y que expuso la ‘teoría
crítica’ de esta escuela en su periódico Zeitschrift für Sozialforschung
(artículos recopilados en la obra publicada en 1968 Teoría crítica). La
escuela era de inspiración marxista aunque también admitía otras formas de
liberación como el psicoanálisis.
Sostenían que el marxismo, al igual que cualquier
otra doctrina, debía someterse a la crítica. Argumentaban que la sociedad
moderna está aquejada de enfermedades que sólo pueden ‘curarse’ con una
transformación radical de la teoría y la práctica, y que la tecnología
constituye una de esas enfermedades y no es una solución, como había supuesto
Marx. Asimismo, mantenían que la revolución proletaria que habría de liberar a
la humanidad no es inevitable y que el pensamiento teórico no es del todo
independiente de las fuerzas sociales y económicas.
La función de la ‘teoría crítica’ era analizar
detalladamente los orígenes de las teorías en los procesos sociales, sin
aceptarlas de inmediato como hacían los empiristas y positivistas, ya que ello
sería aceptar implícitamente procesos y condiciones de los que el hombre ha de
emanciparse. Afirmaban que las ciencias no están libres de valores, sino que
conllevan supuestos implícitos cuya condición de valor está oculta por su
evidente obviedad. Estos juicios de valor, como la conveniencia de dominar la
naturaleza mediante la tecnología, deben ‘desenmascararse’ y exponerse a la
crítica.
En 1930 Theodor Adorno se asoció al Instituto.
Era un hombre de inteligencia excepcional y muy versátil, experto en música,
así como en filosofía y sociología. Su amigo Walter Benjamin también colaboró y
en 1933 se asoció Herbert Marcuse, discípulo de Martin Heidegger. Al año
siguiente los nazis cerraron el Instituto por sus tendencias comunistas y la
ascendencia judía de la mayoría de sus miembros, muchos de los cuales se
exiliaron, entre ellos Horkheimer, Adorno y Marcuse.
El Instituto volvió a abrir sus puertas en Nueva
York con el nombre de Nueva Escuela de Investigación Social. En esa época
aparecieron publicadas diversas obras: Razón y revolución (1941),
interpretación hegeliana de Karl Marx escrita por Marcuse, La dialéctica de
las Luces (1947) de Adorno y Horkheimer, Minima Moralia (1951) de
Adorno y La personalidad autoritaria, obra sobre psicología empírica de
Adorno y otros autores. El Instituto retornó a Frankfurt a comienzos de la
década de 1950 junto con Horkheimer y Adorno, que fue su director entre 1958 y
1969. Marcuse y los demás miembros permanecieron en Estados Unidos.
El miembro más destacado de la escuela en los
últimos años ha sido Jürgen Habermas. En su Teoría y práctica (1963) y Conocimiento
e interés (1968) apoya los puntos de vista de Adorno y Horkheimer de que
las ciencias engloban presupuestos e intereses ideológicos y que la razón del
progresismo ha pasado a ser un medio de opresión. En su Teoría de la acción
comunicativa (1981) aboga por un ideal de comunicación que englobe a todos
los seres racionales y que esté totalmente libre de la dominación y el interés.
Jürgen Habermas
La obra de Habermas constituye un ataque radical
a la idea de que el positivismo, la ciencia y la investigación modernas son
objetivas. Opina que la ciencia y la tecnología están más bien regidas por
valores e intereses que a veces contradicen la búsqueda desinteresada de la
verdad. Habermas sostiene que la sociedad tecnológica y el consiguiente aumento
de la burocracia han servido, entre otras cosas, para perpetuar las
instituciones del Estado y despolitizar a los ciudadanos. De esta forma la razón
y la ciencia se han convertido en herramientas de dominación más que de
emancipación.
Su principal contribución a la
filosofía fue una teoría sobre la racionalidad, es decir, la habilidad para
pensar de forma lógica y analítica. Habermas imagina un futuro en el que la
razón y el conocimiento trabajen en pro de una sociedad mejor. En ese futuro,
la comunicación humana no debería estar sujeta a la dominación del Estado y los
ciudadanos racionales deberían poder actuar en la sociedad de forma libre en el
ámbito político. Sus obras más destacadas son: Historia y crítica de la
opinión pública (1962), Teoría y práctica, también Teoría y
praxis, (1963), La lógica de las ciencias sociales (1967), Conocimiento
e interés (1968), Ciencia y técnica como ideología (1968), La
lógica de las ciencias sociales (1970), La reconstrucción del
materialismo histórico (1976) y Teoría de la acción comunicativa
(1981). Recientemente ha publicado Verdad y justificación. Ensayos
filosóficos (1999) y El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una
eugenesia liberal? (2001).